Relacionándonos con personas difíciles en el trabajo
Permíteme compartir contigo una pequeña historia con el testimonio de Ana, una gerente de Marketing que ha enfrentado desafíos significativos en su entorno laboral al convivir con colegas que parecen generar conflictos en la mayoría de sus interacciones.
Ana, una ejecutiva muy capaz, comprometida y dedicada responsable por la generación y puesta en práctica de las estrategias de mercadotecnia de la empresa para la cual trabaja ha venido esforzándose en sobrellevar la relación con Erick, uno de sus colegas gerentes y compañeros de trabajo. Erick parecía estar empeñado en crear conflictos y obstaculizar el progreso del equipo. Dejando temas sin resolver hasta el último minuto, exigiendo estar enterado de todo lo que estaba ocurriendo y esperando recibir más reconocimiento del que aparentemente merecía, con intenciones de controlar todos y cada uno de los movimientos a su alrededor.
Por algunos meses, Ana cayó en el juego de Erick y las relaciones entre ellos y sus equipos fueron cada día más difíciles de llevar. El estrés estaba “in crescendo”, los resultados de negocio se veían cada vez más difíciles de alcanzar, y para acabarla, otras áreas del negocio también parecían involucrarse y contagiarse de la energía negativa que se irradiaba alrededor.
Un día de cierre mensual, después de una acalorada discusión grupal Ana decidió que era tiempo de trabajar la situación y encontrar juntos el camino a la solución.
Ana enlistó -desde su óptica- las situaciones en las que Erick debiera de trabajar. Lo hizo con un gran nivel de detalle. Describiendo los hechos, la situación, el impacto hacia ella y hacia los demás y marcando de forma especial el cómo de la de la energía negativa que rodeaba sus interacciones y cómo se contagia con el resto de los colegas.
Consideró las potenciales razones para las exigencias de Erick y luego ya con una postura muy empática programó la conversación en un espacio un poco más aislado donde se pudiera conversar.
La conversación con Erick fué bien, éste se mostró receptivo y dispuesto a escuchar el feedback que Ana tenía para él y aprovechó también la oportunidad para marcar algunas observaciones para Ana. En etapas y por períodos cortos, cada uno fué dejando en claro lo que “le molestaba” del otro, y como las reacciones de uno no solo contagiaban al otro sino también a los miembros de sus equipos. Poco a poco fueron despejando sus diferencias y encontrando formas de trabajar juntos de mejor manera. Finalmente hicieron un acuerdo acerca de cómo deberían interactuar y cuándo y cómo “parar las acciones” para revisar acuerdos y avanzar juntos.
Posterior a la reunión, ambos adoptaron una comunicación más clara y asertiva al expresar sus puntos de vista, estableciendo límites saludables en su interacción y fortaleciendo la confianza y autoestima en el trabajo. Con el tiempo, ambos desarrollaron mayor resiliencia para enfrentar sus dificultades. Los grupos de trabajo observaron cómo las relaciones de los líderes y del grupo mejoraron de a poco mostrando cada día más y más cooperación.
Gracias a su enfoque proactivo y las estrategias que Ana implementó, logró transformar una situación difícil en una oportunidad para fortalecer no solo sus habilidades interpersonales y su liderazgo sino modificar la forma de trabajo en su entorno.
Aquí algunas de las estrategias que yo rescato para transformar esas relaciones difíciles en oportunidades de crecimiento y conexión:
1. Primero la Empatía
Tratando de entender que puede estar pasando por la cabeza de esa persona difícil. Qué experiencias presentes o previas pueden estar disparando las reacciones actuales. Que de mi propio actuar estará disparando las reacciones en la otra persona.
2. Comunicación clara y asertiva
La asertividad es como una espada de doble filo: afilada pero respetuosa. Si nos permitimos comunicar las diferencias y sobre todo aquello que parece disparar las emociones negativas en los demás de forma cada vez más exhaustiva estaremos en mejor posición de manejar esas emociones y ayudar a otros a hacerlo. Al comunicarnos, explorando lo que pasa por mi cabeza y con la intención de entender con mayor claridad lo que pasa por la mente del otro podremos de a poco restablecer la forma en que interactuamos.
3. Límites claros y conocidos -si posible- compartidos
Los límites en las interacciones son como si fueran tesoros, hay que cuidarlos. Establecer límites es esencial y comunicarlos o compartirlos nos ayudará siempre a mantener el bienestar emocional en el trabajo. ¡No temas “hablar” cuando sea necesario!.
4. Poniendo foco en las soluciones
En la conversación con los demás compañeros y miembros deberíamos asegurar que trabajamos las soluciones para todos, centrarse en encontrar soluciones en lugar de lamentarse por los problemas puede convertir una situación difícil en una oportunidad de crecimiento.
5. Desarrollar resiliencia
Al tener la oportunidad de trabajar y convivir con personas que consideramos difíciles puede ser un regalo para nuestro propio desarrollo. Nos da la oportunidad de practicar y aprender la capacidad de responder de forma “rápida” y “positiva” a las situaciones que se nos presentan es importante cultivarla y que mejor que aprovechar lo que nos sucede a diario en el trabajo, en la casa, en la vida para cultivarla. La práctica hace al maestro.
Si después de ejecutar las acciones sugeridas no parece funcionar tal vez es el momento de contener la pérdidas, minimizando cualquier impacto de las acciones de los demás en mi trabajo o con el trabajo de tu equipo. Un punto importante es que: ¡no tienes que enfrentar las tormentas solo! Busca ayuda y apoyo cuando lo necesites o lo consideres pertinente. A veces, una conversación con un coach o recibir consejo de un mentor puede hacer toda la diferencia.